El primer ejercicio propone
realizar una intervención en una pequeña parcela del paraje natural L’ Albufera
de Valencia. Una explanada a orillas de la laguna, en la que actualmente se
encuentran un embarcadero, una torre mirador y un pequeño almacén.
El programa consiste en sustituir
estos elementos por unos nuevos, con una mejor integración en su entorno, así
como la adición de una tienda y una recepción al público.
Tras la visita al lugar, y su
previo análisis, comenzamos a proyectar con la importancia del paisaje como
elemento a destacar en la ideación. De esta forma, se obtiene el siguiente
planteamiento inicial.
Teniendo claros los límites de la
parcela, se sitúan dos nuevas construcciones en la misma ubicación que las
existentes, puesto que su aproximación a los laterales permite obtener una
visión “enmarcada” del paisaje.
El programa, por tanto se divide en
dos prismas de madera: uno para la recepción, los servicios y el embarcadero; y
otro como mirador, tienda y almacén. El primero se presenta como un
paralelepípedo, mientras que el segundo constituye unas escaleras cubiertas, a
modo de prisma inclinado. De esta manera, se realiza una ascensión al paisaje,
descubriéndolo paulatinamente hasta alcanzar su visión más completa, en la cima
del mirador.
Pero tras la primera corrección
(y como suele ocurrir en las correcciones iniciales) el proyecto da un giro
radical, replanteándose todo de nuevo. La idea de descubrir el paisaje
progresivamente sigue presente en el proyecto, pero esta vez de forma distinta.
Se trata de un mirador en L’
Albufera, con un entorno característico
que te envuelve. Y qué mejor forma de apreciarlo, de descubrirlo, que
situándose en el mismo. Por tanto, la idea del mirador-escalera deja de cobrar
sentido, y aparece un espacio construido a cota del peatón, que le permita
apreciar el paisaje integrado en él. Ver el paisaje dentro del propio paisaje.
Otro punto que cobra importancia
es el espacio exterior. Debido al emplazamiento y a sus condiciones, éste
supone un proyecto de carácter paisajístico, no simplemente arquitectónico. Por
ello, se centra especial atención al espacio de transición
exterior-parcela-edificio, a cómo el visitante percibe la zona, cómo descubre
su arquitectura, cómo se integra una construcción en dicho lugar.
Así, el programa se introduce en
un alargado prisma que nace en la parcela, para integrarse en el agua y
conducir al espectador al propio paisaje. Se establece la madera como material
principal, y se genera un despiece constructivo, que permite la construcción
sistemática del edificio.
Con la modulación establecida por
la propia estructura se generan los diferentes espacios interiores, con los que
desarrollar las actividades establecidas.
La ubicación del cuerpo retirado
a un lado de la parcela permite generar una amplia plaza revestida de granito
gris que culmina con tres grandes plataformas que descienden al lago,
llegándose a introducirse en él. Con el mismo material, en la parte derecha del
edificio se reserva otra explanada destinada al estacionamiento. Todo ello con
una envolvente de vegetación propia de la zona, así como árboles de gran
envergadura que delimitan la zona, además de su situación.
El acceso al emplazamiento se
realiza a través de rampas con una suave pendiente, tanto para el peatón como
para el vehículo rodado. El acceso al edificio se da a través de una nueva
rampa, esta vez de madera.